La Música es el lenguaje del infinito

La música nos conecta con algo más grande que nuestra propia identidad humana. La comunicación conciente que mayormente intentamos usar los hombres y mujeres proviene de frases y palabras armadas desde nuestro intelecto. Utilizamos finitas variaciones de una cantidad también finita de símbolos (palabras) guardados en nuestra memoria. A su vez la intención que mueve a armar estas frases también es finita ya que lo que mayormente nos mueve a hablar es el deseo a querer tener razón, o defender nuestra postura, o manipular, o deslumbrar. También nos mueve a hablar el miedo al vacío, el miedo a la energía que hay en el espacio sin palabras, el miedo a las emociones que hay debajo... En la comunicación racional todo se mueve a un nivel tan superficial que esta apenas puede reprentar la estampilla del verdadero mensaje que es la carta de amor que tenemos para transmitir a los demás. Ya está demostrado por las nuevas tendencias de la psicología y también lo sabemos a nivel popular que las emociones juegan un papel fundamental en nuestra comunicación. Y aún no está del todo demostrado que debajo de las emociones hay más, hay todo un universo de poder y dicha que está disponible para nosotros. Es por eso que esta comunicación racional frena nuestra propia vibración. Cuando queremos entender algo conceptualmente y usando nuestro esfuerzo para que la “comprensión” suceda, detenemos un fluir energético interno. La razón mantiene todo en un plano vibracional chato. Así es como se enseña mayormente en los colegios y en las universidades. Hay otra forma más alta de comunicación con palabras, y sucede cuando dejamos que éstas provengan desde más allá de la limitación de nuestro intelecto y de nuestra pequeña identidad. Sucede cuando dejamos que éstas vengan desde una inspiración interna. Lo interesante de esta forma de comunicación es que se usan conceptos para liberarnos de los conceptos. Usamos ideas inspiradas y frescas para permitir que nuestro cúmulo de creencias cerrado y hermético se abra y se reordene de una forma nueva y vital. 
Los bebes no tienen este cúmulo de creencias y se nota!!!. Tienen su computador cerebral virgen. Nosotros los adultos necesitamos reconfigurar totalmente nuestro sistema cerebral para que funcione de una manera con poder y vida. Necesitamos ideas que provengan del infinito para que borren nuestro mundo enciclopédico interno. Por eso necesitamos tanto leer y escuchar enseñanzas de mentes despiertas, de personas lúcidas o mínimamente honestas e inspiradas. Ellos traen aire fresco a nuestro encierro conceptual. Esto puede llegar a suceder cuando lees esto porque yo estoy dejando que estas ideas vengan desde el infinito. Uso conceptos enchufados a una fuente de poder interna inmensa. Esto me transforma a mí y te transforma a ti. Nos desconfiguramos juntos!!!! No hay esfuerzo humano en este proceso. Sólo dejamos que suceda y es hermoso.

Con la música sucede algo más todavía. Ella proviene también de esta fuente de inspiración interna. Pero en ésta no se usa el sistema de símbolos tradicional basado en palabras. Claro que se utilizan para las letras de canciones y la poesía de ellas, pero de una forma muy distinta a cuando se usan al hablar. Lo que impulsa a alguien a expresar algo con música es un sentimiento, una emoción, una pasión, una experiencia interna que puede usar palabras pero que las trasciende totalmente. Es algo que no se puede abarcar ni usando todas las palabras del mundo. Cuentan que cuando Beethoven termino de tocar en piano frente al público una de sus más conocidas obras, una mujer le pregunto:
- Maestro, ¿qué quiso expresar cuando compuso esta pieza?
Y cuentan que Beethoven se detuvo un instante y luego dijo:
- Quise expresar esto, y volvió a tocar de nuevo su obra.
La música no está dirigida a nuestra razón aunque la incluye. La música viene desde el corazón y se dirige al corazón. Los verdaderos artistas son antenas captando mensajes desde el más allá. Son antenas de una realidad casi desconocida para los habladores. Reciben algo que está en perfecta conexión con lo que se necesita en esta “realidad”. Esto que reciben es abstracto en sí. Luego necesitan decodificarlo en formas entendibles y para esto necesitan su parte racional. Cuando escuchamos una canción o una obra que nos atrapa y nos conmueve, no hay duda de que el mensaje desde el “más allá” a llegado a destino. Porque nosotros somos los destinatarios de toda la belleza que este “más allá” tiene para contarnos. Que divertidos son los juegos de palabras!!! Me doy cuenta de que en el momento en que dejamos entrar este mensaje del, como lo llamo yo “más allá”, éste deja de ser algo de allá y se convierte de acá, bien cercano a mi. Es la experiencia más exquisita e íntima dejar que el “más allá” se convierta en el “acá cerquita”, en lo más cerca que puedo llegar a tener.
También hay una experiencia más íntima de la música, para la cual no hace falta ser un "gran artista". Es una experiencia común y accesible siempre. Esta consiste en entrar en el ritmo y en la armonía propia de cada momento. Cuando estamos presentes y receptivos en lo que sucede en el instante, todo se torna musical. La vida tiene un ritmo propio. Entrar en este ritmo es una puerta hacia el infinito. Es una brecha en el espacio y el tiempo para soltar toda pequeña limitación y caerse en los brazos de la sinfonía del instante. Podemos usar palabras, podemos usar gestos o tararear algo sin sentido, y todo es musical en estado de presencia. Puedo callarme, puedo gritar, o mirar, y no habrá mejor partitura para este momento que la que mi director de orquesta interno me inspira.

Lo que conocemos como música es sólo un atisbo de la música. Como vivimos una vida desintegrada de los otros y fragmentada, vemos que la música esta separada de nosotros. Vemos que los músicos son otros, y que los instrumentos son algo exterior a lo que llamamos nuestro cuerpo. Como nuestra mente está dividida, creemos que hay música seria y música popular, música espiritual y música profana, música buena y música mala.
Se acabó el tiempo de las divisiones. Se acabó el tiempo de los opuestos y de los contrarios. La luz del Sol está saliendo en este planeta y lo mejor de todo es que está saliendo en tu mente y en tu corazón. Cada vez que un nuevo rayo te penetre te darás cuenta de que no hay nada fuera de ti mismo. Cada vez que una nueva nota de la sinfonía del Universo te acaricie, sentirás que tu melodía se despierta dichosa a la armonía de todo lo que existió, existe y existirá. 


                 Y por fin descubrimos que la música es lo que somos!!!  
       

                 Javier Aguilar (fragmento del libro "Música Infinita")